Cómo viste para matarse –si es que viste para matarse–. Cómo se mata. En dónde
lo hace. Cómo quiere que descubran el cadáver. Quién quiere que lo descubra. La
carta de despedida. O la que decide no escribir. La palidez de los labios. La
mirada inanimada. La plasta de sangre y sesos en la pared. El mecate tatuado en
el cuello. La hinchazón putrefacta del día tres. Las muñecas tasajeadas. La
deformidad abombada que lleva el río a la orilla. La espuma en la boca. El
gesto congelado. Las manchas del pantalón. El saco desparramado que se lanzó
del piso 21. La cara desmigajada. En fin: quién sabe, pero algo
debe haber en la escena que planifica el suicida.
Tal vez sea su pequeña venganza.
Tal vez, y ya, solo un acertijo.
Tal vez, su obra de arte.
Tal vez sea su pequeña venganza.
Tal vez, y ya, solo un acertijo.
Tal vez, su obra de arte.